Hoy venía escuchando la radio que llevaba el conductor; justamente hoy habían decidido colocar música llanera para variar un poco de la rutina (según comentaba el locutor).
Me hizo recordar a mi papá. Él tocaba cuatro, cantaba, le gustaba mucho el llano. Él nació en Europa, vivió unos cuantos años de su niñez allá y luego vinieron (él junto a mis abuelos) huyendo de la guerra y se establecieron en Valencia. Y de la poca gente, él es la persona más criolla que he conocido.
Mi papá amaba Venezuela. Estando en vida logró recorrerla completa, en compañía de su esposa y sus hijas. Ya yo no recuerdo mucho, estaba muy pequeña. Pero en sí, él se la pasaba admirando la belleza de este país tan rico, siendo una persona culta y teniendo la posibilidad de recorrer Europa de nuevo, años antes de enfermarse. Fue adoptado por esta tierra y fue más venezolano que cualquiera en la calle.
Increíble reconocer que siempre se añora lo ajeno, siempre se quiere lo que está más allá, fuera del alcance. Tantos que aprovechan cada vacación para recorrer el mundo, teniendo a la mano maravillas aquí, en la propia nación.
Claro, la calidad humana ha mermado, pero las maravillas naturales siguen allí, esperando por uno.
Mi padre fue profesor de lógica, de física. Fue artista gráfico, músico y una persona admirada por muchos. Alguien realmente cálido. Aún brotan lágrimas al pensar en la maravillosa persona que me faltó disfrutar. Me habría gustado aprender de él todo lo que sabía. Mi vida sería otra, de eso no hay duda.
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martes, 2 de agosto de 2011
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