En muchas ocasiones -demasiadas ya- hemos visto a determinados poderes fácticos intentar quitarse del medio al sitio X, la herramienta Y o incluso a una tecnología completa. Por fortuna la mayoría de las veces han fracasado ya que luchar contra la tecnología y el avance natural de las cosas es extremadamente complicado y un buen nuevo ejemplo de esto es lo que está pasando en las últimas horas con WikiLeaks.
Como sabéis la semana pasada WikiLeaks filtró, utilizando a cinco grandes medios de voceros, más de 250.000 teletipos secretos enviados por embajadores de Estados Unidos a la Secretaría de Estado del país, lo que a su vez ha dado lugar a una feroz campaña de persecución para terminar con ellos. Pero la mentada campaña está provocando el efecto contrario al deseado por los perseguidores: que la organización se fortalezca cada vez más.
La conclusión es que los Estados Unidos y resto de estados escocidos por las filtraciones no van a poder terminar con WikiLeaks por mucho que persigan a su cabeza visible, Julian Assange, y al sitio en sí mismo. Estamos ante otro nuevo caso, como apuntaba arriba, en el que la técnica ha puesto en jaque a anquilosados poderes que no terminan de comprender que todo ha cambiado. Que sigan pues si lo desean, la realidad es que cuanto más tiempo se prolongue la campaña de acoso y derribo más fuerza cobrará WikiLeaks, y aunque consiguieran su desaparición, nacerán sitios similares como hongos (ya se está cocinando alguno).
Fuente: Analítica.
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