En este país donde todo es un “cuanto hay pa eso” es rudo enfrentarse a la triste realidad que los diseñadores se definen por su currículo y no por su portafolio o su desempeño en tiempo real.
Es común en Venezuela encontrar “Escuelas”, “Institutos” de diseño, casas de estudio donde no sales reconocido como técnico superior sino como un profesional integral, que desde el primer día de clase estás metido en tu asunto, en tu área.
¿Qué diferencia a un TSU de diseño y un diseñador pelao? Yo soy diseñadora, pero ¿cómo no vi matemática 1, castellano, lógica o estadística soy menos diseñador? ¿Tiene sentido esto? ¿Cuándo saldremos de esa casilla donde nos tienen atrapados, de ese cartucho de tinta de un solo color?
Me siento orgullosa de lo que soy, de lo que sé, de lo que soy capaz de hacer… ¿Cuántos “colegas” pueden decir esto con la frente en alto? El día que las empresas o empleadores empiecen a notar la verdadera utilidad de nuestro trabajo, es cuando dejará de importar lo que diga el currículo (dicho de paso que no toda esa información pueda ser real) y a prestar verdadera atención a lo que podemos hacer; y lograr esto sólo depende de nosotros, del valor que realmente le demos a nuestro sustento de vida, que no es un hobbie, nosotros nos quemamos también las pestañas para estar en el sitio donde nos encontramos hoy en día.
Con esto concluyo entonces, debo yo volver a estudiar, repetir casi las mismas materias (donde tal vez no vea ni la sombra de lo que aprendí antes) para tener un papel que diga “si, ya eres diseñador, eres un técnico en diseño”.
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viernes, 5 de noviembre de 2010
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